domingo, junio 26, 2011

¿Vampiro futbolístico?

Caray, al menos uno de los goles de ayer estuvo fabuloso !

Lo recordaré siempre.

viernes, junio 24, 2011

Dysneylunandia

En mi sueño la Luna tenía nieve y aire respirable, la gente podía brincar y hacer malabares. Era el brinca-brinca de la Tierra.

Me despertó tu llamada, hiciste bien. Hace frío en la Luna, además yo no brincaba muy alto.

viernes, junio 17, 2011

El aire huele a chicharrón.

En seguida de mi casa abrió una chicharronería. Los incendios forestales en Texas y Nuevo México arrojan a esta ciudad un humo indigno de aspirar.

Estos dos hechos, aunque aparentemente inconexos, dan como resultado un aroma a chicharrón forestal que traspasa mis ventanas.

viernes, junio 10, 2011

Historia Diminutiva

Poco a poco, no sé cómo, me fui haciendo pequeño. Los amigos empezaron por decirme que mis ojos eran demasiado grandes para mi cara. Luego, años después, un niño me comentó algo sobre mis “pequeños dientes amarillos”. No pasó mucho tiempo cuando la gente de mi edad empezó a confundirme con un adolescente al que alguien debía rasurar. Una tarde, bajo el sol de junio, empecé a sudar mucho por los pies. Me quité los zapatos, que para entonces me quedaban grandes, los calcetines húmedos que para entonces me parecieron un estorbo. Y me fui por media calle descalzo, feliz, y pisando uno que otro vidrio tirado casualmente en el pavimento.

Casi al llegar a mi casa no recordaba si acababa de salir o de entrar. De hecho no me importaba mucho el asunto. Comenzó a llover, y todo lo que quería era una hoja de papel, formar un barquito, ponerle nombre con tinta de un marcador potente y apestoso, y botarlo al agua que corría junto a la banqueta.
Pasaron unas cuantas horas bajo la lluvia, yo me encontraba más y más comprimido en mi estatura. Alguien gritó: ¡De quién es ese niñito, ya métanlo a su casa!

Salió la mamá de alguien, me tomó histérica de mi mano y me metió a un portón, lejos del chubasco. Me preguntó dulcemente mi nombre. Y yo, apuntando a mi barquito que se alejaba y se hundía, dije: ía.

viernes, junio 03, 2011

Por un manicomio infinito

Ella estaba tan loca por mí, y yo tan loco por ella, que nos internamos en el psiquiátrico.

Pero como no nos fue suficiente, derrumbamos los muros y declaramos al mundo entero nuestro recinto de locuras. El problema era cruzar al extranjero. La gente loca te pide pasaportes, visas, hacen filas enormes; y ya dentro de ese otro país, sacan otras ondas como que debes pagar por lo que te emociona: una taza para ella, una cámara digital para él, golosinas y frituras. Los vigilantes te siguen por toda la tienda, y tú, feliz de desearlo todo y no llevarte nada, les causas extrañeza. Como no nos alcanzó el presupuesto para ir a China, comimos comida china en un establecimiento comercial cercano.

A los locos nos parece viajar al otro extremo del mundo tan sólo con sorber un poco de té de jazmín con gotitas de lima, y luego mirarnos a los ojos.