El café aumenta la pipí y las ideas revolucionarias
Anoche, tomando un café, platicaba con dos filósofos locos acerca de cómo componer el mundo.
El primero dijo que para componer el mundo se necesitaba un látigo.
El segundo dijo que el mundo era un crucigrama que no tenía solución.
Y el tercer loco, yo, pidió más café,
Y salió tan amargo y quemado
Como las propuestas que hablamos sobre esa mesa tembleque del Sanborns.
El primero dijo que para componer el mundo se necesitaba un látigo.
El segundo dijo que el mundo era un crucigrama que no tenía solución.
Y el tercer loco, yo, pidió más café,
Y salió tan amargo y quemado
Como las propuestas que hablamos sobre esa mesa tembleque del Sanborns.