viernes, junio 03, 2011

Por un manicomio infinito

Ella estaba tan loca por mí, y yo tan loco por ella, que nos internamos en el psiquiátrico.

Pero como no nos fue suficiente, derrumbamos los muros y declaramos al mundo entero nuestro recinto de locuras. El problema era cruzar al extranjero. La gente loca te pide pasaportes, visas, hacen filas enormes; y ya dentro de ese otro país, sacan otras ondas como que debes pagar por lo que te emociona: una taza para ella, una cámara digital para él, golosinas y frituras. Los vigilantes te siguen por toda la tienda, y tú, feliz de desearlo todo y no llevarte nada, les causas extrañeza. Como no nos alcanzó el presupuesto para ir a China, comimos comida china en un establecimiento comercial cercano.

A los locos nos parece viajar al otro extremo del mundo tan sólo con sorber un poco de té de jazmín con gotitas de lima, y luego mirarnos a los ojos.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Te faltaron las maripositas en cautiverio! :D

La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce.
John Dryden

Love U!!

*DaRkStAr*

11:58 a.m.  
Blogger Vampírum-Pável said...

Ja ja jaa, ciertooo !

3:02 p.m.  

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