lunes, mayo 10, 2004

Vengo todo rasguñado de mi pelea con la vampiresa Pellejo, llegué a mi casa "de a brinquito" (me falta una pierna); mi perro me desconoció y se me echó encima sacándome un ojo (afortunadamente era el de vidrio). De una patada mi dálmata voló cayendo sobre su costal de croquetas.

¿De qué sirve llevar espada y flechas a un combate? si te quedas estupefacto al ver a tu enemiga emerger de la bañera, hermosa como un cadáver que desea ser embalsamado.