Cuando cumplí siete años tenía la certeza de que mi amigo imaginario había robado mi triciclo, fue entonces cuando aprendí cómo se debe apedrear a un gato, instintos de cacería para sacar a los felinos que se refugiaban bajo los automóviles. También yo trepaba los árboles, mi famila me buscaba y yo observaba sus desquiciadas cabezas que se agitaban para todos lados tratando de ubicarme, bajaba por el patio y les cerraba la puerta; los expulsaba de la casa. Probad la angustia común por un triciclo.
domingo, mayo 02, 2004
Cuando cumplí siete años tenía la certeza de que mi amigo imaginario había robado mi triciclo, fue entonces cuando aprendí cómo se debe apedrear a un gato, instintos de cacería para sacar a los felinos que se refugiaban bajo los automóviles. También yo trepaba los árboles, mi famila me buscaba y yo observaba sus desquiciadas cabezas que se agitaban para todos lados tratando de ubicarme, bajaba por el patio y les cerraba la puerta; los expulsaba de la casa. Probad la angustia común por un triciclo.
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