domingo, enero 25, 2004

UN POEMA DE VAMPIROS

Vociferar, vociferar,
repetir la primera frase escrita por el sueño;
mencionarla cuando estás a punto de acariciar a tu musa
con los colmillos apropiados.

Esta noche tu cuerpo pende de las vigas del sótano
y algunas historias que hablan de ti
no son ciertas.
Tus manías han cambiado un poco,
ahora muerdes durante los bostezoz;
tus discursos y fiebres son -más bien- abstractos,
además
esos visaje ya no pueden confundirse con la noche.

Algunos condes desciende la escalera demasiado tarde
y sus manos (un poco retorcidas por el sueño)
desean hablar con ese lenguaje
de puertas y ventanas abiertas.

Las vampiresas por cuestiones de higiene
-o por cuestiones de asco-
ya no invaden tu habitación,
los murciélagos que hubo en esos recuerdos
se han desmoronado.

Ahora yaces en el interior de tu caverna,
incurable.

Recostado en el sarcófago
te preguntas quién eres
mientras echas tus colmillos en un vaso de agua.