sábado, julio 10, 2004

Ah!...sin duda el sol de este desierto me afecta (igual que ver el
chavo del 8), anoche paseando por los antros del peligro; un borrachito
me comenzó a seguir.



Serpenteando por la banqueta me injuriaba en voz alta...-usté, sí

ustéee...pinche vampiro (se tropezaba con sus mismos pies). Entré
rápido en un callejón maloliente.

El briago entró sin miedo sigzagueando al calljón apuntándome con su botella. Lo tomé
por las solapas de su mugrienta camisa y lo alzé. Comenzó a reirse con
voz doble y me dijo: ¿No me reconoce vamphír? (entonces me mostró el
sello de la botella de bacrdí)(o sea un murciélago!)

Mi mal humor se transformó en alegría, ese era un emisario de los viejos
vampiros; sólo se le envía cuando un hemófago anciano te hereda cosas
importantes. Estrellé la botella para sacar el testamento.