En la mesa de las musas (eran varias) se bebían clamato, micheladas, daiquirís.
Nosotros nos acomodamos en un sofá al fondo del lugar; activamos el micrófono y Rubén Macías(Micromán), Edgar Rincón Luna(Solzimer), Hugo Pável(Vampiro violinista), César Silva(Silvamán), y Carlos Macías empezaron a dar lectura.
Las musas (más parecidas a la cera que a la carne) comenzaron a derretirse por causa de las dedicatorias de aquellos poetas-criminales.
Tuve que ordenar varios vasos con hielitos para que recobraran su forma inicial, así tuvieron de nuevo sus brazos para rodear nuestros pescuezos y bocas para festejarnos (aunque sus gargantas echaban humo).
Fue una noche estupenda; bueno... ni tanto, a mi regreso me detuvo tránsito.
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