Barrera idiomática
Me sorprendió un poco verla aparecer blanquísima y mostrando un poco sus colmillos superiores, bajó las escaleras arañando el pasamanos, levantando bucles de madera. Se detuvo a unos cuantos metros de mi. Ella portaba un vestido color turquesa ceñido a su torso, con letras en tinta de oro, que para cualquier mortal significarían una marca muy ajena al Banana republic u Oscar de la Renta. Las marca de su indumentaria era "Picot", así como la sal de uvas.
Los vampiros tenemos prohibido pelear en las bibliotecas. Pellejo, deseaba eliminarme ahí mismo; pero se contuvo. Arqueó la espalda como hacen las gimnastas, mostrando sus pechos breves; cosa que me recordó tiempos perdidos en Babel donde ella fue bibliotecaria, y lugar donde pasó de mortal a criatura nocturna.
Sus ojos almendra buscaron el suelo y se dirigó descalza hacia el mostrador, donde su ayudante acumulaba libros de hechicerías due to december the twentieth. Fin del encuentro con mi enemiga.
La vampiro Pellejo ha acumulado tal cantidad de conocimientos sobre el áura que sin duda puede alimentarse sólo de pensamientos. Durante el encuentro trató intensamente de romper mi dique mental y hacerme estallar la sesera. Ya será en otra ocasión my dear rugged-skin, pudiste haberlo hecho si hubieras pensado todo en español.